Hoy quiero revelarte un secreto.
Después de años de estudiar, practicar, enseñar, mezclar e intentar descubrir algún tipo de “receta mágica” para educar a mi hijo -primero buscando vivir lo que me sueño en casa, y luego con la intención de llevarlo a más y más familias, me encontré con una gran decepción.
Sí, y probablemente ya sospechas la razón de mi decepción.
Seguramente has vivido también la montaña rusa de la paternidad y, si estás leyendo esto es, porque eres un papá o mamá en búsqueda, porque quieres encontrar un mejor camino para guiar a tus hijos, uno más consciente.
Pero quizá te ha pasado como a mí -y a otros millones de padres- que como dirían las abuelitas: “no han dado con el chiste”.
Y es que leer libros y artículos o ir a talleres y cursos, puede ser de gran ayuda para tomar consciencia, pero si somos sinceros, a la hora de la verdad, en la cotidianidad, es dónde llega la prueba de fuego -prueba que parece volver cenizas todo lo que hayamos aprendido.
Cuando nos enfrentamos a los desafíos diarios e inesperados de la paternidad, lo que sale de nosotros, no siempre es lo que soñamos, pero es lo que al final está educando a nuestros hijos.
Y digo que puede no ser lo que soñamos, porque a veces nos sale el monstruo que llevamos dentro, ese autoritario que grita o es intransigente o poco comprensivo -muy amarillo con rojo-; puede que nos salga el permisivo, ese que dice: “déjalo así” o “mañana lo miramos” -pintado de azul, recuerda ir a nuestro artículo de los colores de nuestros temperamentos-; o que salga el “papá te lo dije” -muy verde, que pone metas muy altas, que quiere todo perfecto y al final, termina decepcionado por cómo las cosas no salen como se las imagina, si no como son.
Quisiera invitarte a pensar en esos momentos… cuando has enfrentado un reto de crianza y que traigas a tu mente
¿qué es lo que ha salido de ti en momentos desafiantes con tus hijos?
Más que juzgarte, reconócelo.
Y desde la compasión, date tiempo para revisar si eso que ha salido de ti, de algún modo se está reflejando en tus hijos.
- ¿Se están comportando como tú (y no en lo más virtuoso)?
- ¿Están hablando como tú (y no en lo más virtuoso)?
- ¿Están repitiendo o intensificando comportamientos inadecuados y al final logran “presionar tus botones”
Y sobre todo pregúntate si ¿NO estás logrando que hagan lo que dices?, será porque ¿lo que dices no es coherente con lo que haces?
El secreto es que la única estrategia infalible para educar se llama EJEMPLO, y que no te suene a frase trillada, porque está comprobado por la neurociencia y de seguro este momento de la historia que estamos viviendo, te lo ha dejado comprobar en casa.
De manera que la única receta que tengo a hoy es:
“Aquello que quieras realmente ver en tus hijos, procúralo con todo tu Ser, primero, para ti”
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Si quieres conocer más sobre educación consciente y más puedes seguirme en @vivianjimenez.trascende
2 comentarios
Me gustó mucho la reflexión tan cerca a la realidad de nuestras familias. Es muy cierto que idealizamos un tipo de familia ejemplar pero los que somo padres sabemos que siendo padres es que vamos aprendiendo a serlo con mucho aciertos y desaciertos en el camino de criarlos de la mejor manera. Que nos ayuda leer y prepararnos sobre toda clase de talleres pero que lo único que deja huella son nuestras actitudes ante las problemas y las diversas situaciones por las que vivimos en el día a día. Es fundamental trabajar primero en nosotros en el crecimiento de nuestro ser; para luego servir de ejemplo para ellos a través de nuestras acciones que denoten los principios y valores que queremos cultivar en ellos.
La coherencia entre lo que decimos y actuamos es su mejor evidencia para marcarles su existencia.
Gracias por compartir y por expresar de esa manera tan abierta su sentir.
ME GUSTO MUCHO EL ARTICULO , EN ESTOS MOMENTOS ESTOY PASANDO POR UNA SITUCION SIMILAR CON MIS DOS HIJOS : EL NIÑO TIENE 11 AÑOS ES REBELDE ,ME RESPONDE MAL .
MI HIJA EN LA ADOLESCENCIA TIENE 16 AÑOS, SE CREE GRANDE Y ME RESPONDE MAL .